viernes, 23 de enero de 2009

Mejor en Martes y Trece

Ha pasado ya más de un mes desde la última vez que publiqué un post. Aquel día me faltaban unas horas para aterrizar en Madrid, y ahora, sin embargo, hace más de una semana que aterricé en Praga. Ni siquiera había llegado a Brno y ya me sentía en casa.
Elegí volar un martes y trece, y con Iberia, para más inri. Hacía una semana que la huelga encubierta de los pilotos estaba dejando un tierra a centenares de pasajeros y el temporal azotaba con fuerza la Península y el resto de Europa, pero yo quería volar un martes y trece.
Once horas antes de que mi vuelo partiera de Barajas empezó a nevar en Valladolid. Eran las cuatro de la madrugada. Por momentos me pareció que el martes y trece iba a pasarme factura. La famosa superstición me había retado. Y no era para menos, porque dos horas después mi barrio era una pista de patinaje donde los coches se deslizan por cuentagotas.
Empieza el juego. A las ocho y media debía partir hacia Madrid en el Ave. La astucia de mi madre, que llamó un taxi con más de hora y media de adelanto, permitió que llegáramos a tiempo a coger el tren. Primera prueba superada, ya había ganado la primera partida.
Una hora más tarde estaba en Madrid. Parecía que la fatídica fecha se había rendido ante mí, porque en la capital de España ya no nevaba... no nevaba hasta que llegué a Barajas. Comenzaba la segunda partida. Eran las once de la mañana y aún tenía que esperar cuatro horas para que saliera mi vuelo, pero si todo seguía así, lo más probable iba a ser que el aeropuerto se colapsara.
No me gusta rezar, pero creo que alguna especie de oración salió de mis labios... no me agradaba la idea de pasar unos días de vacaciones en Barajas. Los medios de comunicación, cómo no, estaban preparados para cualquier contratiempo que surgiera en el aeropuerto, es más, me atrevería a decir que la mayoría buscaba a los pasajeros del par de vuelos que habían cancelado durante toda la mañana en la T4. -Es lo que tienen los medios, que a veces nos hacen ver noticias donde no las hay, pero eso es una guerra de la que hablaré otro día, porque como futura periodista, también estaré obligada a "crear morbo".-
En fin, la T4 estuvo muy tranquila durante toda la mañana, con un par de cancelaciones sin mucha importancia. Lo único que podía hacerme perder el reto era la nieve, pero parecía que los problemas con el temporal no iban a ser muy serios.
Llegó la hora de facturar, y lo hice sin problemas, aunque con algún kilo de sobrepeso. El vuelo iba a salir, ahora solo quedaba que lo hiciera a su hora, porque si no, iba a perder mi enlace con el autobús del aeropuerto de Praga a Brno. Si perdía ese autobús tenía que hacer noche en Praga, y con las temperaturas gélidas que cubren con un manto helado la capital de Europa durante este semestre, lo que menos me apetecía era buscar un lugar donde pasar la noche.
Pero todos mis quebraderos de cabeza desaparecieron de un plumazo cuando embarcamos en la aeronave con una puntualidad británica. Parecía que todo iba a salir como en ningún momento había imaginado: Bien.
Llegué a Praga a la hora convenida y llegué a tiempo a coger el autobus que me llevaba desde el aeropuerto a la estación de autobuses. Ahora tenía que esperar 45 minutos a que saliera mi autobús con destino Brno soportando temperaturas que cortaban el aire. Me dio la impresión de que el martes y trece tenía un as guardado en la manga y quería dejarme morir de frío.
Media hora antes de que saliera mi autobús, llegó otro que también se dirigía a Brno. Yo sabía que era muy difícil que hubiera alguna plaza libre en este bus, ya que los billetes de la Student Agency se agotan con bastante antelación... pero tenía que intentarlo porque un minuto más allí quieta hubiera dejado de sentir -y de existir-.
Había una plaza libre, una asiento para mí, y un billete que me iban a cambiar sin pagar penalización alguna. La partida estaba más que ganada y llegué a mi añorada casa de Brno media hora antes de lo previsto...
Por eso, si antes no era supersticiosa, ahora puede que sí, porque el martes y trece, al menos por esta vez, se convirtió en mi día de buena suerte, y es que lo que parecía que iba a salir como nunca había imaginado, es decir, bien, salió más que bien.

Na zdraví por los no supersticiosos.

1 comentario:

Fran dijo...

Y yo volando un sábado... jejeje. Me comí todo el marrón de Barajas, pero bueno ya estamos disfrutando de Brno y de los viajes que nos estamos pegando!! Por cierto que poquito queda para Grecia!! Si si, con todas las letras! :P